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Conozca a Andrea Salinas

Andrea, su esposo Chris, su hija Amelia, y Cooper, el adorable labradoodle.

Yo creo que el cambio es posible dentro de una generación si trabajamos para lograrlo. Lo sé, porque me pasó a mí.

Mi papá emigró a los Estados Unidos desde México en 1950, trabajó en el campo recogiendo algodón y tomates desde pequeño, antes de entrar al primer grado. Más adelante se enlistó en el ejército y realizó dos giras a Vietnam, antes de conseguir un trabajo con representación sindical bien remunerado, que nos abrió un camino hacia la clase media para nuestra familia.

Mi familia no era adinerada, pero sí creía firmemente que a través del trabajo duro, era posible progresar.

Mis padres no podían enviarme a la universidad, así que hice malabares mientras tenía varios trabajos, desde pintar casas hasta servir café, mientras asistía a UC Berkeley. Me tomó siete años, pero obtuve mi título y me abrió puertas para alcanzar, lo que consideraba imposible.

Cuando nació mi hija hace 19 años, sentí en mi interior la misma determinación que impulsó a mis propios padres: que no había nada que me impidiera hacer todo lo que estuviera en mi poder, para forjar un futuro mejor y más equitativo para Amelia y su generación.

Así que me puse a trabajar en la primera línea en Oregón, luchando por atención médica de calidad para todos y a bajo costo, incluida la aprobación de la ley de salud reproductiva más progresista del país que cubre a todas y todos en Oregón. Luché para aumentar el salario mínimo y aprobar el proyecto de ley de permiso familiar pagado más progresista del país. Presenté y saqué adelante un proyecto de ley que hizo que las grandes empresas farmacéuticas tuvieran responsabilidad frente a sus consumidores y bajarán los precios de los medicamentos.

En Salem, lideré los esfuerzos para proteger a los habitantes de Oregón del acoso laboral. He liderado la lucha para reducir la contaminación por carbono e invertir en tecnologías de energía limpia, para combatir la crisis climática y garantizar aire, tierra y agua limpios, para nuestros hijos y nietos.

Hay más por hacer. Me postulo para el Congreso porque mi hija y toda la gente de Oregón, merece líderes que trabajen duro, día tras día para mejorar sus vidas. Y creo que Washington podría aprender un par de cosas de lo que hemos hecho en Oregón, sobre el poder de encontrar puntos en común, trabajar duro y de hecho, responder a las necesidades que más importan a las familias: atención médica de bajo costo, una economía justa y un medio ambiente protegido y apreciado por las generaciones futuras.

El cambio nunca es fácil. Lo sé. Pero también sé que nunca dejaré de luchar por un futuro mejor para mi hija, su generación y todas las familias de Oregón.